jueves, 11 de abril de 2019
DIOS NO TE PROMETE UN CAMINAR FÁCIL, PERO SI UN FINAL FELIZ....REFLEXIONES PARA SEMANA SANTA...
La Semana Santa es un momento para reflexionar, meditar y pensar sobre lo vivido. Analizar lo que hemos logrado, a quien hemos ayudado, para agradecerle Dios por nosotros y nuestra familia. Es un momento para plantearnos nuevas metas, nuevos sueños y orar para que Él, nos de la salud y fuerza para poder lograrlos.
El sueño que Dios tiene para ti, es más grande que cualquiera que puedas tener. Ponte en Sus manos sin temor y deja que Él haga Su voluntad en tu vida.
Dios no te promete un caminar fácil, pero si un final dichoso!..
Dios tiene un plan especial para ti que lleva tu nombre ¡tenlo presente!
La paz llega al corazón cuando los rumores de las promesas de Dios silencian el oleaje de nuestros temores!.
Hay millones de razones para darle gracias a Dios. Por lo que hizo, por lo que está haciendo y por lo que va hacer en ti.
Cuando la niebla de la incertidumbre trata de ocultarnos el mañana, la fe en Dios nos alumbra y señala el camino a seguir.
Cuando te encuentres en una situación aparentemente imposible, recuerda que lo que es imposible para los hombres, es posible para Dios.
Cuando sientas que tu vida esté abrumada, es tiempo de orar, tiempo de ponerse de rodillas y hablar con JESÚS tu Salvador.
Perdona a esas personas que te ofendieron, de la misma forma que Cristo perdonó a los que lo pusieron en la cruz y tendrás paz en tu corazón.
Perdona todo y tendrás paz. Decide olvidarlo y tendrás esperanza. Confía en Dios y serás feliz.
Siempre recuerda que en los momentos más sombríos de la vida Jesús está allí, solo confía en Él, llámalo y espera por Él.
Y todo lo que hacéis, sea de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él. (Colosences 3:17)
Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús. (Filipenses 4:7).
Señor enséñame a ser generoso, a dar sin calcular, a devolver bien por mal, a servir sin esperar recompensa, a acercarme al que menos me agrada, a hacer el bien al que nada puede retribuirme, a amar siempre gratuitamente y trabajar sin preocuparme del reposo.
En los momentos difíciles, consuélate con Dios. Cuando cierres la puerta de tu habitación para orarle, Él te abrirá las ventanas de los cielos y te enviará sus bendiciones.
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